Aferrada al cerro, paso en falso -te pienso-. Un pimiento en flor y ganas de experimentarte: catástrofe atemporal, sucia, sucia, cochina, sucia, me deslizo entre las golondrinas, la basura o el basurero, colinas -te deseo-. Someto mi respiración al intento de exiliarte de mi pensamiento. Oculto tu nombre en los fluidos que peden de mi resfrío. La mente, aún disfrutando su panal -cómoda sensación de arraigo- se cuela en tus vísceras, en tu cama y te machaca. No sin antes tocar tu puerta y avisarte que he vuelto, que vine a verte un rato o que aunque no lo quieras vivo contigo y tú conmigo en el corte preciso donde las cinco horas que nos separan no son más que un artificio: Soy el San Cristóbal esta tarde de primavera porque también soy tu cuerpo, tu ropa, tus dolores. Soy el atardecer en Santiago porque también soy/fui/estoy atardeciendo en otros lugares, por cuello o tu cintura.
lindx cec
ResponderEliminarBellisimo, me gusta más relatado en persona, aunque al leerlo se te suma otra voz, una vieja como de cerro como de tierra como de aire que pega en la tierra y hace piedra.
ResponderEliminarte pienso
ResponderEliminarte deseo
te quiero
te amo
te club
te supremo